domingo, 9 de mayo de 2010

Reconocimiento de cuerpos

Continuamos con las confesiones femeninas. Mil gracias a la autora.

Te invitamos a enviarnos tu historia anónima. Si deseas incluir alguna canción o video a la misma, háznoslo saber en el correo.

Muchas gracias por tus comentarios y sugerencias.

-- Equipo Soy Anónimo
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Una noche de enero decidimos atravesarnos con la mirada y en ese mismo instante todo lo demás se disolvió, solo quedamos él y yo. Lo miré profundamente y de alguna manera ya no pude soltarlo, ya no pude evitar lo inevitable, el intenso deseo silencioso y la complicidad nos atrapó.

Mientras buscábamos la manera de acercarnos más y sin que nadie lo notara, la noche continuó siendo nuestra encantadora aliada entre los sutiles roces y el mágico cruce de miradas. Me preguntaba si debía detenerme o continuar, pero luego simplemente aislé mi pensamiento y me dejé llevar por esta nueva sensación que me invitaba a la exploración.

Cuanto más me acercaba a él, más cuenta me daba de las incontrolables ganas que tenía de sentir su piel y no sabía cuánto tiempo resistiría, así que me alejé, pero el delicioso aroma de su perfume brotaba cada vez más fuerte por sus poros y llegaba en oleadas a mi nariz. Así llegó el momento en que, embriagada con su olor, seducida por su piel y atrapada por su mirada, no tuve más opción que dejarme caer totalmente en el juego que horas antes habíamos comenzado sin saber exactamente a dónde nos conduciría.

Entonces, todo se detuvo por un instante, nos miramos y la música del lugar nos envolvió en una atmósfera de seducción, e inmediatamente como impulsados por un imán, nuestros labios húmedos por fin se juntaron y nuestros ojos por fin se cerraron. Parecía que hubiéramos esperado una eternidad por esos besos, por esas caricias que no nos dejaban ni respirar, no importaba nada más, ni la hora, ni el lugar, solo él y yo y nuestros cuerpos deseosos desde el comienzo de la noche.

Mientras avanzábamos, el reconocimiento de los cuerpos se hacía más profundo y detallado. Botón por botón fui abriendo su camisa y recorriendo cada esquina de su suave piel. Cuando amaneció, ya no éramos él, yo y nuestros cuerpos, éramos nosotros, unidos en un vínculo mágico de conexión profunda. Simplemente no nos queríamos soltar.

Esa noche logré volar a su lado y quedé impregnada para siempre con su olor y sus latidos.


Anónim@

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Próximamente: "Te besé"

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

tentacion sublime!!!!

Anónimo dijo...

Que delicia sucumbir ante la tentacion. Tambien me paso y no me arrepiento

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