¿Cómo empezar a escribir, cuando nunca lo he hecho y, sobre todo, cuando siempre he pensado que soy malo para hacerlo? Es difícil intentar contar una historia. Es difícil escribir porque describir la intensidad de un sentimiento lo percibo como algo imposible. A todo esto hay que sumarle que soy un hombre de pésima memoria; por esta razón en muchas ocasiones haré referencia a alguna canción, (la música como evocadora de buenos y malos recuerdos).
Lo mejor es comenzar hablando de las dos personas que “protagonizan” esta serie de eventos que yo conozco como “recuerdos”: Ella era la niña de cara bonita casi vecina y casi familiar (aclaro no éramos familia pero sí había un vínculo familiar: ella es la sobrina del esposo de una persona la cual fue mi *hermana). No voy a mentir a estas alturas de la vida. Desde la primera vez que la vi siempre me pareció una niña linda pero nunca tuve un mal pensamiento (al principio) ya que era casi 6 años menor que yo y a decir verdad su cara la hacía ver aun más joven. Físicamente ella no es muy alta, sus ojos son de esos que uno no olvida después de verlos por primera vez, piel blanca que contrastaba perfectamente con su color de pelo oscuro. Básicamente ella era completamente mi tipo “caribonita, pelinegra y culona”. La veía en cuanta reunión familiar aburridora había y en ese entonces la percibía como una niña histriónica y escandalosa (espero no ofenderte cuando lo leas).
Yo: (Esta descripción quiero hacerla en tiempo pasado, soy de aquellos que piensa que las personas somos capaces de cambiar, solo hacen falta los motivadores y reforzadores adecuados para generar un cambio) Era una persona egoísta, creído, poco afectivo, cero cariñoso, cero tierno mejor dicho para no extendernos era un completo HIJO DE PUTA en todo el sentido de la palabra.
Si mi memoria no me falla todo comenzó en el año 2005, en diciembre. Durante una de esas aburridísimas reuniones familiares en el apartamento de mi mamá; como siempre yo no estaba compartiendo con la familia, estaba en una de las habitaciones viendo televisión comiendo y tomando ron. Llegaron a hacerme compañía mi sobrinita, mi hermanito y ella. Yo quedé en un extremo y “ella” en el otro. Ya había tomado el ron suficiente como para sentirme desinhibido, mareadito y contento. En ese momento estiré el brazo y mi mano se encontró con su pelo. Comencé a consentirla (juro que sin ninguna mala intención). Esta acción fue correspondida cosa que me sorprendió. Ella a su vez me consentía la mano. Así duramos un buen rato.
Recuerdo que mi sobrina y mi hermanito, que estaban en medio de los dos, se levantaron de la cama y salieron de la habitación a comer algo, y por esas cosas de la vida que uno no puede encontrar explicación, inmediatamente, casi que instintivamente nos empezamos a besar, tal vez pasaron tres minutos mientras mi hermanito y mi sobrina regresaban a la habitación, pero fueron tres minutos increíbles y extraños. Extraños porque yo sentía que no estaba haciendo lo correcto. Sin embargo, una energía más fuerte que el alcohol me hacía disfrutar ese momento, tres minutos en los cuales no se pronunció ninguna palabra (es sorprendente como tres cortos minutos pueden ser capaz de cambiarle a uno la vida por completo).
Lo siguiente fue que en esa noche cada vez que teníamos oportunidad nos dábamos besos cada vez más apasionados, escondiéndonos de toda la familia. Este fue el primer contacto con “ella”, antes de esto para mí solo era una “casi primita” en ese entonces nunca me imaginé que esa “casi primita” que esa niña pequeña escandalosa e histriónica era el amor de mi vida.
(Continuará...)
*El tema de mi “hermana” viene más adelante.
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