miércoles, 13 de enero de 2010

Una cola sórdida

Escribir una historia anónima es muy sencillo. La idea es que te desahogues y escribas aquello que no dirías en público con tu nombre propio. Escríbela, nos la haces llegar y la publicamos por ti.

-- Equipo Soy Anónimo
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Así era la cola que estaba haciendo para comprar la morcilla. Si, estaba haciendo la cola mas larga que me hubiera tocado hacer para comprar una libra de morcilla, una de papa criolla y un maduro. Pero que culpa, si la fritanga de doña Segunda es la mejor de la ciudad.

Eran las dos de la tarde de un sábado soleado en Bogotá. Eso significa: sol picante, calor insoportable, gente por todo lado, carros por doquier y uno haciendo cola en medio de semejante infierno. Pero todo por ¡la fritanga de doña Segunda!. Envidia mía y suerte de muchos, el estar acompañados, asi que en ese aburrimiento y a falta de compañía me puse a mirar la gente que había en la cola.

Encontré un buen repertorio del surtido folclor colombiano, empezando por el papá estrato 5 con esposa estrato 8 y sus dos hijos mamones mirando al resto de pueblo como un culo; seguidos de una pareja pobre pobre y flaca flaca, de esos estudiantes universitarios que sólo viven del amor, y de ahorrar toda la semana para comer fritanga el sábado donde doña Segunda; el mensajero que aprovecha la cola y se pone a hablar con el taxista; y varias personas atrás, no podía faltar el par de amigos esmeralderotraquetolevantados y arrancaos que se morbosean a cualquier mujer que pase en un perímetro de media cuadra a la redonda, revelando miradas y codazos de: "uy, ¡mire esa hembra!, uy, ¡que tetas mamita!, uy, ¡nonono está para chuparle hasta los dedos!", y así, especímen tras especímen de nuestra querida ciudad.

De un momento a otro, este último par de individuos han detenido sus miradas en el adminículo mas impactante del momento, logrando que varios en la cola siguieramos sus miradas hasta encontrarnos con la cola mas grande de la cola para comprar fritanga donde doña Segunda. Si, era la cola mas grande y para colmo de males la señora dueña de tan poderoso admini-culo lo enseñaba de lado, resaltándolo apoyándose en una sola pierna.

Hasta ahí todo habia transcurrido dentro de los parámetros cotidianos de un sábado en una jungla bogotana y de repente, tan voluminosa cola fue cubierta por la mano del acompañante de la señora y comenzó el monólogo que pudo haber tenido cualquiera de los espectadores y que comparto a continuación:

- "marica, ¡que culo tan hijueputa!"
- "nooo, pero mírele la cara, esa vieja parece una puta del centro. toda pecosa, carimanchada. ¡que seba!"
- "uy, pero...el jean le sienta bien. lástima las tetas, estan como caídas. claro que con ese buzo tan peye, ¡que más se podia esperar!"
- "oiga, ¡el man que la está acompañando es un culicagado! hasta pinta tiene el hijueputa"
- "ay no. ya sé. Esta fue la típica historia de amor, del culigado que se enamora de la puta del centro y la rescata. ay jueputa, fijo!"
- "¡ah! marica. le está manoseando el culo. güevón. en plena calle le está manoseando el culo, y la vieja le importa cinco."
- "no sea marica. le dio una palmada y a la vieja se le entiesaron las tetas. Claro, con ese buzo tan peye como no se va a notar. jajajaja"
- "¡que boleta! ¿marica, será que no son conscientes que están en plena calle, que la gente los puede ver?"
- "ola, ¡que hijueputa! le metió la mano en el jean y la está manoseando!"
- "uy no, otra palmada"
- "noooo, esta cola tan hijuepueta que no rinde un culo, y ese man manoseando semejante culo"
- "¡la madre!. ¡recordaré esto en mi próximo pajazo!"

Como ven, en Bogotá se pueden ver colas sórdidas. Como las que se hacen para comprar fritanga los sábados donde doña Segunda.

Anónim@

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