sábado, 5 de diciembre de 2009

No tan anónima - primera parte

¿Quieres publicar una historia anónima y no sabes cómo? Es muy fácil. Lee las instrucciones más abajo.

******************************

Lo conocí en cuarto o quinto semestre. Salón 315 del edificio 512 en la Universidad Javeriana. Más o menos 11:15 am de un martes cualquiera de comienzo de semestre. Supe su nombre por la presentación en clase. Así mismo, él supo el mío. Todo formal. Era clase de corrección de estilo, nada fuera de serie.

Observándote dictar clase le dije a Andrea, mi mejor amiga y compinche: "Puedes imaginártelo tirando? Con esa sicorrígidez, debe ser un tronco en la cama". Me debí tragar mis palabras luego. Pero, ¿quién se iba a imaginar que tras esas gafas, camisa perfectamente puesta y combinaciones de café, iba a existir ese amante?

En fin. Ese semestre no me generaste nada. Sólo que me enseñaste cómo escribir mejor. Cómo evitar cometer un desastre ortográfico. Se te abona.

Segundo encuentro

Pasaron los años. Yo ya trabajaba y estaba haciendo vueltas de grado. Año 2004. Tres años habían pasado desde esa clase y te recordaba. Dr. Sicorrígido. Te encontré en la recepción de la facultad. Yo vestía un sastre negro acompañado de una camisa violeta. Tú, tus acostumbrados cafés. Charlamos. Yo ya trabajaba en RCN radio y en torno a eso giró la conversación. Me contaste que tu hermano estaba produciendo un cortometraje de tesis y yo me ofrecí a entrevistarlo para que consiguieran plata para poder terminarlo. Con esa excusa intercambiamos teléfonos.

No recuerdo exactamente cuántos días pasaron. Entrevisté a tu hermano, que puede ser una fotocopia borrosa tuya. Estabas muy agradecido y ahí comenzo todo.

Me conquistó con un BonYurt

Inmediatamente no nos volvimos a ver. Pero comenzamos unas jornadas de conversaciones por teléfono que superaban cualquier hipérbole. La primera duró desde las 9 hasta casi las 6 am. Ese día revelamos muchas cosas de cada uno. A ninguno le gusta el vallenato. Yo odio que Bogotá no tenga mar. Y que detesto calzar 40. Hablamos de gustos y de disgustos. De lo divino y lo humano. Era un lunes.

Al día siguiente, yo tenía clase a las 7. Colgué el teléfono y me arrglé para llegar a la universidad. Faltando 15 para las 9 am me enviaste un SMS: "Hay un BonYurt esperándote en la oficina". El último cuarto de hora fue algo más que una eternidad. Salí volada de la clase de periodismo investigativo, hacia tu cubículo. Entré. Te abracé y me senté en el escritorio. Sobre él. Me entregaste el vaso con zucaritas y una cuchara. Había también uno para ti. Hablamos un rato y salí, porque la jornada debía continuar.

La siguiente vez no fue en la universidad. Dos veces salimos, una a un bar de mala muerte cerca a mi apartamento, y otra vez a oma, a tomar café. Luego de esa segunda vez, te invité a seguir.

La decepción

Nos cogimos a besos. Nos besamos mucho tiempo. Fue deslizando sus manos. Estábamos en mi cuarto. Era la época en la que vivía sola, y no tenia más que mi cama y una mesa de noche. Así que en la sala no había donde sentarse. Era la excusa perfecta para encamarlo. Comenzó a tocar y no me opuse, por el contrario, seguí el ejemplo. Yo sentía nervios. Realmente me gustaba. Me quitó la blusa. Quedé en jeans y brassier morado -mi color favorito por esa época-.

De repente frenó en seco. "No puedo". Creí que era un típico arranque momentáneo de remordimiento porque fui su alumna. "Tengo una novia hace 5 años". Ok. Me sorprendió. Quedé en shock. Me lo quité de encima y le pedí que se fuera. Grave. Me sentí como un culo. Además, iniciada.

Al día siguiente, sentada en la redacción de RCN, aun muerta de la ira, te llamé. "Tienes dos posibilidades: hacer parte de mi larga lista de amigos, o de mi exclusiva lista de amantes". Se rió. No hubo respuesta inmediata.

Jugamos a ser amigos por un rato. Pero en las conversaciones y correos cruzados se notaba que había lo que muchos llaman química. "Eres la amiga costeña que todo cachaco debe tener" escribió algún día (supongo que como consuelo a la situación). Yo creía que el peor defecto era que tuviera novia, y que le diera remordimiento. En esa época no tenía escrúpulos. No me importaba acabar con esa relación

Entre las Cobijas

(Continuará...)

N.M.
.......................................................
Recuerda:

La cuenta que puedes utilizar para enviar tu historia anónima es:
Usuario: SoyAnonimoUser@gmail.com
PassWord: Anonimos.123

La cuenta a la que debes enviar las historias es: BlogSoyAnonimo@gmail.com

2 comentarios:

Soy Anonimo dijo...

En su primera semana, esta historia ha sido vista al menos 77 veces. Gracias a su autora.

Anónimo dijo...

Maldita! Me dejaste iniciadaa!!
jajajaaj

Seguidores no-anónimos