De repente nos detuvimos y nos sentamos a apreciar ese gran y profundo mar, su belleza. A nuestro alrededor había turistas, personas ocupadas pensando en sus vidas, familias llenas de alegría. Nosotros tan solo escuchábamos un sonido que nos tranquilizaba, las olas, era gracioso, estábamos rodeados de tanta gente pero a la vez sintiéndonos tan solos.
De repente recordé, ese regalo que aunque insignificante tenía una gran importancia para los dos, representaba nuestro amor. Decidí ir a buscarlo al hotel y sin hablarle le indiqué con mi mano que aguardara por mí.
Fui tan rápido como pude, y al saber que no encontraría palabras al tenerla una vez mas frente a mi, decidí escribirle una nota: “perdón, solo tú sabes cuánto te amo”
Al colocar el esfero de nuevo en su lugar y arrojar un suspiro, empecé a escuchar gritos desesperados que se mezclaban con dolor, salí corriendo en el instante tan solo pensando en ella, pero llegué tarde no pude mostrarle el regalo, no pude entregarle la nota, fui egoísta, lo sé, veía a mucha gente pedir ayuda pero yo tan solo pensaba en ella, pensaba en aquella mujer, en la mujer que perdí, tuve rabia y me odié.
Hoy tan solo deseo que el mar que se la llevó, de la misma forma pueda llevarle el regalo y el mensaje, y que día a día esa olas me traigan su perdón.
2 comentarios:
Sin palabras.
Esta buena la metafora de las olas...
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