lunes, 24 de enero de 2011

Hola, ¿Me recuerdas?

Hace bastante no recibíamos una historia de un hombre, quien hoy ha venido a confesarnos sus pensamientos. Muchas gracias a su autor.

-- Equipo Soy Anónimo
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Para escuchar mientras lees.




Todos los días despierto y después de renegar contra el despertador finalmente me levanto, me visto y me voy a trabajar, nadie que me extrañe, nadie que le importe, nadie que me despida ni me desee un buen día, hay cosas más importantes supongo, debe ser que no valgo el esfuerzo, con la única motivación de llegar a fin de mes y poder pagar otra cuota de las múltiples deudas que me aquejan y que parece que crecen en vez de disminuir, mientras veo cómo mis sueños y deseos solo se hacen más difíciles de alcanzar a pesar de esforzarme tanto.

Luego de una jornada dura y extenuante en la oficina, las miradas y comentarios criticones de mi jefe como siempre subvalorándome y el hambre de la mañana por no haber desayunado propiamente, llega la hora de salir, esperar lo que parece una eternidad a que pase un bus donde pueda viajar sin que el tumulto me rompa los huesos. Llego a casa donde la sonrisa de mi hijo es el único aliciente y me demuestra que todo esto vale la pena, la felicidad de ese niño al verme hace que sienta que a alguien le importo, alguien me extraña, todo lo que hago tiene sentido. Un superficial pico de saludo de parte de mi esposa que yo trato de convertir en un beso, no siempre funciona pero me gustaría pensar que sí. La hora de la cena es un poco mejor, no siempre presto mucha atención a ese tipo de detalles, en parte por costumbre, en parte porque no soy tan buen Padre/Esposo como desearía serlo, por lo menos hay comida que mi esposa prepara y por un momento siento que es una recompensa a lo que hago por mi familia, al terminar también termina la ilusión, ella se retira a hacer cosas más entretenidas... hablar por teléfono, chat, o que se yo, la diversión no es algo que ella asocie conmigo supongo.

En este momento me pregunto, ¿acaso soy tan mala persona? ¿acaso soy tan poco sociable? ¿qué hago en este lugar que he querido llamar hogar? ¿qué he hecho bien de todo lo que parezco haber hecho mal? ¿acaso hay algo que no haya estropeado? ¿qué sentido tiene intentarlo si nada produce un mejor resultado? Mi hijo, su sonrisa, sus palabras, su notable amor hacia mí me vienen a la mente, me da fuerzas de nuevo, Mi esposa, el amor que siento por ella... y de repente me siento solo de nuevo, me sumerjo en un mundo de fantasía donde me aceptan, me valoran, me animan. Miro el reloj y es muy tarde, debo dormir, debo volver a la realidad, debo bajar del pedestal, debo aceptar de nuevo mi inferioridad, tal vez mañana las cosas sean diferentes, tal vez si hago algo por ella reciba algo de cariño.

El nuevo día me presenta una oportunidad, repito la rutina, ningún cambio, nadie parece notar que me he ido. Una llamada me da esperanza, mi oportunidad de reivindicarme, hago lo mejor que puedo y finalmente llamo a reportar mi éxito, todo salió bien, cumplí con mi deber. Una voz fría al otro lado de la línea, algo debí haber hecho mal... todo resulta siendo una discusión, fue un malentendido, pero no cambia las cosas, procuro cambiarlas, me arreglo para ella y dejo olvidado y en un rincón mi mundo de fantasía para prestar atención a su realidad, el niño se duerme muy convenientemente y lo llevo a su cama, todo está dispuesto, todo está saliendo como debería, va a ser una buena noche.

Despierto en la mañana, todo es igual, ¿que pasó? me pregunto... oh, claro... ya recuerdo, ahora incluso duerme vestida, ya no le hago falta, ya no le inspiro nada, ya no soy necesario, ya no soy deseado.

En retrospectiva, todo ha sido mi culpa, no tengo idea de por qué, solo supongo que así es, y puedo suponer mil cosas, es el único recurso que tengo, sé que ella no lo va a expresar, sé que ella no hablará conmigo, nunca lo hace. ¿Dónde estoy? el niño que soñaba con tantas cosas que habría logrado a mi edad me mira con vergüenza, da muestras de un poco de lástima y trata de levantarme el ánimo diciendo "hey, tienes un hijo que te adora" y me da la espalda.

Anónim@

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jueves, 13 de enero de 2011

Sin barreras - 2da parte

La segunda parte y final de nuestra historia "Sin Barreras".

Gracias a su autora. Esperamos recibir más historias de todos ustedes.

Un abrazo y bienvenidos

-- Equipo Soy Anónimo
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Aquí encuentras... La primera parte

Para escuchar mientras lees





El segundo encuentro no fue tan exitoso, por circunstancias ajenas a ambos. Quise que me viera mejor que nunca, hacía un buen tiempo no me esmeraba tanto, ni me importaba tanto… El caso es que por asuntos externos en los que no es necesario ahondar, la noche terminó siendo una de las más amargas que haya tenido en más o menos 6 meses.

Comprendí que no dependía de él, por eso mismo no le culpé de nada, pero en medio de mi rabia le dije que, era la última vez que me iba a ver la cara. Quizá yo esperaba otra reacción y al ver que simplemente me hizo una señal de “está bien”, terminé mi noche como nunca hubiera querido, y los siguientes días no fueron mucho mejores. No entendía qué estaba pasando conmigo, ¿hace cuánto no me afectaba alguien de esta manera? Peor aún, tan pronto.

Por más que me esmeré buscando los porqués, todos mis intentos fueron infructuosos, sentía y sentía mucho, ese era el hecho. Ahora era más importante qué hacer con ello. Lo primero era tratar de que no se “rompieran” definitivamente las cosas, y eso hice, hicimos mejor. Perdí la cuenta de hace cuánto no tenía esa iniciativa, poner mi esfuerzo por mantener algo, y una persona que recién había llegado a mi vida, la estaba despertando de nuevo. Me atrevo a decir que nadie que no haya pasado por algo similar podría entenderme, hasta algunos lo pueden tildar de locura, o de cursilería y acelero sentimental, pero ¡ay! Si ustedes supieran, si sólo supieran quién y cómo soy, no dudarían en ver el asunto como un hecho excepcional y que además cuenta con sus reales motivos, y de peso…

En efecto volvimos a vernos. Perdí el control, estar cerca me hizo olvidar de cualquier momento que no hubiera sido agradable para mi, mi única necesidad: abrazarlo, besarlo. Después de hacerlo y descubrir algo más de lo que me pasaba con esa persona, a quien había visto pocas veces, hasta miedo tuve, tuve y tengo pavor de lo que despierta cada vez más en mi, y al tiempo siento temor también de dejarlo pasar o que él decida dejarme pasar, y aventurarse a otra historia.

Sentí desde lo primero hasta lo último de él, y como otro hecho excepcional quise quedarme más cerca después de probar todos sus espacios, después que me hiciera y hacerlo sentir en otro lugar.

Lo abracé y no quise soltarlo más. ¡¿Dónde quedaron todas mis aprehensiones?! Sentí que mi dureza se desvanecía en su presencia e incluso cuando se hacía sentir a distancia.

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La misma escena se repite mejorada la siguiente vez. Éste día en particular, uno de los mejores también en los últimos meses, uno que recién terminado quiero repetir cuantas veces fuera posible. Dejando un poco a un lado cualquier contacto físico, hablamos de cosas como no lo habíamos hecho antes, me sentí más conocedora de su ser. No solo hubo desnudez física, también emocional, esa que significa mucho más, y a la vez asusta; pero ¡cómo la deseo de nuevo!…

Me ha sabido poner patas arriba la vida. No soy el tipo de persona que le nace tener detalles con todo el mundo, es más por muy contadas personas haría algo, tendría un gesto, pocos están dentro de mis efectos, y él, sin saber cómo, en qué momento, por qué, ya estaba muy dentro de mí, y los detalles me salían casi como un acto reflejo. Detalles, celos, sentimientos, muchas cosas que creí haber olvidado estaban de nuevo ahí y se hacían sentir con fuerza. De hecho creo por eso, no sé cómo manejar muchas cosas, y en el ánimo de “manejarlas” termino logrando el efecto adverso.

Lo acabó de hacer, acabó de dejar en evidencia que hace mucho no hago esto. ¡Maldita sea! ¿En qué momento me convertí en esto? Puedo atribuirme por completo la culpa de perder las cosas que más quiero, perdí la práctica puede decirse, ya no sé cómo sentir. Siento y siento mucho, pero la sensación es de no saber cómo hacerlo, controlarlo y a veces incluso hasta demostrarlo. ¿Me arruinaron y me dejé arruinar? Quiero dar marcha atrás y sé que aún puedo, sé que me despertaste todas las ideas, los deseos y las sensaciones del mundo. Sé también que muero de miedo, pero al tiempo me encantaría arriesgarme. Solo dime si vale la pena, solo dime…

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lunes, 3 de enero de 2011

Sin barreras

Año nuevo, historias nuevas.

Les deseamos un feliz 2011 a todos nuestros lectores. Luego de un largo receso retornamos con nuevas historias anónimas.

Te invitamos a que nos cuentes esas historias que no te atreves a decir públicamente. Este es el espacio para ello. Un cordial saludo y éxitos en el 2011.

-- Equipo Soy Anónimo
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Para escuchar mientras lees...




Me rehusé a hablar de sentimientos por un buen tiempo, también incluso a escribir sobre ellos. Igualmente me rehusé a involucrarlos y decidí dedicarme al encuentro casual, al no compromiso, a la no necesidad de mañana, al no interrogante de futuro; eso me resultaba atrayente, fácil y sobre todo me permitía resguardarme dentro de mi caparazón, erigir cada vez más las barreras que fui construyendo alrededor mío.

Y bien dicen que la vida da muchas vueltas, vaya que lo comprobé cuando de a pocos alguien fue derribando mis barreras, sin que me diera cuenta, y sólo lo noté cuando quizá ya no existía ninguna.

Todo empezó algunos meses atrás, cuando en el ánimo de un simple comentario, casual, e incluso hasta sin intención seria, nos prometimos bailar una pieza, “deuda” que dio paso al intercambio en cuanto a otros temas. Se fue construyendo algo simple, y que a la larga se puede compartir, no con cualquiera, pero sí con varias personas: una buena conversación, afinidad de intereses, etc.

Nunca lo vi, pero durante esos meses, por alguna razón me sentí profundamente cómoda dejando entrar a mi vida a alguien con quien nunca había tenido un acercamiento personal. Así fue sabiendo cosas de mi vida y yo de la suya, poco a poco se convirtió en alguien de confianza, éramos casi cómplices, amigos que se guardaban la espalda, que se demostraban lealtad a toda costa.

No paso mucho tiempo, pero tampoco fue inmediato, digamos que algo así como lo que denominan “término medio”, para que surgiera el deseo y a la vez se planteara la inquietud mutua de conocernos. Mis recelos, cosas que había decidido, políticas que había establecido respecto a mi trato con las personas (esencialmente con el sexo opuesto), y que atendían precisamente a las barreras que construí a mi alrededor, hacían que la idea no fuera primordial para mí. Sin embargo, los antecedentes de nuestra relación “a distancia”, me animaban a arriesgarme, a ver qué podía suceder.

Pensando en que podía ganar o perder por completo, me aventuré al encuentro personal. Se trataba de una reunión social, donde estarían bastantes personas después de todo, así que iba con la idea de conocer a un nuevo amigo, con quien ya en nuestras circunstancias de trato previo, me sentía muy a gusto.

Resulta extraño y de hecho motivo de cuestionamiento moral para algunos, que una persona, y hasta puede decirse que por prejuicios a nivel machista, una mujer se atreva a considerar como una posibilidad el conocer a alguien de esta manera, y más allá de eso que en una “primera cita”, sucedan cosas como las que sucedieron…

¿Pensé alguna vez en un beso con él, en un primer beso con él, durante la parada del semáforo? Nunca pasó por mi mente, simplemente sucedió y aunque suene a cursilería (otro de los asuntos que había decidido abandonar), el mismo momento escogió como por arte del “azar” su propio acompañamiento musical. Indiscutiblemente lo primero que te domina no es más que el resultado de la calentura, y en ése punto del acercamiento, que aún es muy vago/escaso, es eso lo que te lleva a querer seguir besando.

Esa noche solo hubo besos, besos que tienden a salirse de control, sí, pero que finalmente jamás lo hacen. No quise cometer el mismo error del pasado, algo hacía que quisiera evitar a toda costa repetir historias fallidas. Y sí, a la larga en esta instancia era algo tan casual como cualquier otra experiencia, pero algo que no sabría explicar despertaba mi interés en querer prolongar las cosas.

- Continuará -

Anónimo

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